Las Plantas Alimenticias No Convencionales (PANC) son todas las plantas con potencial alimenticio para los seres humanos (bebidas, comidas, colorantes comestibles, condimentos, etc.) que, aunque muchas veces son fácilmente encontradas en el entorno, no son comercializadas o no están disponibles en los mercados (1).

Este término fue creado por el botánico brasileño Valdely Kinupp y la nutricionista Irany Arteche para revalorizar plantas que fueron utilizadas por nuestros antepasados durante muchos años, pero que poco a poco, fueron cayendo en el olvido y en el desuso.

Una PANC puede ser una hierba, un árbol, una liana, un cactus, así como cualquier parte de la planta que tenga potencial alimenticio (hojas, tallos, flores, frutos, semillas, raíces, incluso el polen). Existen plantas convencionales, como la banana y la papaya, que tienen otras partes con uso no convencional. El fruto de la papaya, por ejemplo, lo compramos en el mercado, pero ¿quién ha probado el tallo, los frutos verdes o las semillas de esta planta?

Muchas de las PANC son silvestres y crecen espontáneamente a nuestro alrededor, pero muchas otras también son cultivadas en jardines o por campesinos/as que aún mantienen la diversidad en sus huertos.

Existen PANC que son nativas de Ecuador y que han sido cultivadas por poblaciones tradicionales, pero también existen las que han sido introducidas en el país hace muchos años, que producen y prosperan muy bien en estas tierras, por lo que también son parte de esta agrodiversidad y pueden aportar en nuestra soberanía alimentaria.

Entonces, PANC es un término inclusivo y amplio, que alberga toda una variedad de plantas (y sus diferentes partes), que aún son poco utilizadas por la mayoría de la población de una región, pero representan maravillosas oportunidades para enriquecer nuestra alimentación, así como nuestros jardines, chacras y cultivos.

Un poco de historia

Por miles de años, la alimentación de los humanos ha estado basada en el consumo de una gran variedad de plantas. Esta diversidad de plantas sostenía la vida humana, y garantizaba: una mejor nutrición, salud, soberanía alimentaria, diversidad en los cultivos, entre otros beneficios. No existe una lista completa de todas las plantas comestibles del mundo, pero varios estudios señalan que normalmente del 10% al 25% de la flora de una región es potencialmente comestible (60, 61, 62).

Se estima que existen de 30.000 a 80.000 especies de plantas en el mundo que podrían aportar a la alimentación humana en tiempos modernos (62, 63).
Sin embargo, las tradiciones y el conocimiento de los pueblos que han sabido hacer uso de lo que la naturaleza brinda han perdido espacio. Poco a poco nuestra existencia en el planeta fue bajando la disponibilidad de plantas comestibles. En cuestión de décadas no solamente hemos perdido especies y variedades de plantas, sino que hemos perdido cultura, historia y saberes valiosos para la humanidad.

Actualmente, nuestra alimentación está basada en una pequeña variedad de alimentos. Menos de 200 cultivos contribuyen de manera sustancial a la producción alimentaria mundial y, tan sólo nueve representan el 66 % del total de la producción agrícola (65).

Esta simplificación de la producción y del consumo de alimentos provoca graves consecuencias en nuestras vidas y en el entorno. Nos ha vuelto más dependientes de los productos ultra procesados, industrializados y de producción a gran escala, provenientes de monocultivos (62).

Entre las principales consecuencias de esta degradación de la cultura alimentaria está, en primer lugar, el daño a nuestra propia salud, ya que necesitamos de varios tipos de nutrientes para estar sanos; necesitamos de la diversidad en nuestra mesa para romper la monótona y aburrida forma en que nos alimentamos. Lo que llevamos al plato determinará en gran medida la forma en que cultivamos y hacemos agricultura a nuestro alrededor, de manera que la simplificación de nuestra alimentación impacta directamente en la diversidad de cultivos del entorno, favoreciendo el desarrollo de monocultivos y la degradación ambiental. Finalmente, la simplificación de nuestra alimentación reduce nuestra soberanía alimentaria, entendida como la capacidad de decidir qué y cómo queremos comer y qué nos nutre verdaderamente.

Por un lado, vivimos la simplificación de la alimentación, con todos los efectos negativos que esto conlleva, y por otro, está el maravilloso universo de las plantas alimenticias no convencionales, que están a nuestro alrededor, pero que no nos han enseñado a verlas.

Te invitamos a ser parte de este nuevo universo de posibilidades, a salir de la monotonía en que nos encontramos y a explorar sabores, texturas y una nueva relación con las plantas.

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