¿Por qué comer flores?
Diversos tipos de flores han sido consumidas por los humanos en toda nuestra historia, en especial en las cocinas tradicionales de China, India y Roma. Actualmente su uso viene ganando fuerza en la gastronomía, en una búsqueda de que el acto de comer sea una experiencia auténtica, que cautiva también por los ojos.
Las flores aportan un atractivo visual a numerosos platos llevando frescura y sabores inusuales que sorprenden.
Aportan diferentes aromas y colores, no solamente en los platos crudos y cocinados, pero sobre todo en aceites, vinagres, mantequilla y bebidas tanto calientes como frías.
Aunque a veces sólo se utilicen de forma decorativa por sus llamativos colores y olores, mucha gente aún no sabe de los beneficios nutricionales y medicinales que las flores tienen.
Las flores comestibles contienen aminoácidos, vitaminas (en especial C y A), minerales, lípidos y proteínas. Por lo general las flores son ricas en flavonoides, que son las sustancias responsables de dar color a los pétalos. Estas sustancias, como la antocianina, confieren el color morado, azul y rojo a los pétalos. Las antoxantinas, en cambio, brindan diferentes tonalidades de blanco y crema.
Los carotenoides llegan a nuestro organismo a través de los pétalos de color amarillo fuerte y anaranjados. Son poderosos antioxidantes que limpian y mejoran el funcionamiento de las células del cuerpo humano.
En el polen existen mayores concentraciones de lípidos y proteínas, en algunos casos su consumo puede causar alergias a personas más sensibles (por ejemplo, asmáticos), por lo que para consumir determinados tipos de flores (como los girasoles y las caléndulas) se utilizan solamente los pétalos.
Las flores tienen alto contenido de agua en su composición, por este motivo su almacenamiento es delicado y, dependiendo del método, pueden alterar su sabor, color o textura.
Durante la preparación del alimento se recomienda poner las flores en agua, pero para almacenar a largo plazo, pueden ser guardadas en frascos con circulación de aire en la refrigeradora, otras pueden mantenerse bonitas por algunos días en el florero. También pueden ser cristalizadas en azúcar, congeladas en cubos de hielo o simplemente secadas (deshidratadas) para su conservación y posterior uso.
La preservación en alcohol, vinagres y aceites (estos deben ser guardados en la refrigeradora), también es útil cuando lo que se requiere es preservar el color o sabor de una flor.
¿Qué tipo de cultivo deben tener las flores comestibles?
Las flores utilizadas en nuestra alimentación deben ser silvestres o cultivadas orgánicamente. Las flores silvestres por lo general están libres de agroquímicos y ofrecen sabores más intensos. Sin embargo, también pueden estar expuestas a contaminantes del ambiente, como metales pesados provenientes de la carretera o contaminantes originados en las actividades productivas e industriales del entorno.
En el caso de las flores de venta en floristerías y mercados, hay que tener en cuenta que estas son cultivadas para uso ornamental y pueden contener rastros de substancias dañinas a nuestra salud, tales como: pesticidas, insecticidas, fertilizantes u hormonas que pueden provocar envenenamientos, alergias u otras reacciones adversas al ser consumidas.
La manera más recomendable de consumir flores es cultivarlas en casa o asegurarse del método con el que fueron sembradas y cosechadas.
¿Cuándo cosechar?
La mejor hora para cosechar flores para la alimentación y uso medicinal es en horas de frescor y en el pico de la floración. No se deben cosechar flores enfermas, atacadas por insectos o cerradas (a menos que esta sea la indicación).
De preferencia se las toma directamente de la planta, no del piso.
Las flores caídas en el piso en algunos casos pueden ser utilizadas, sin embargo, es recomendable evaluar el estado de conservación y calidad de las flores antes de consumirlas.
La mejor parte para el consumo, por lo general son los pétalos, ya que las partes reproductivas (estambre, pistilos y ovario) pueden contener amargor y las sépalas puede ser más fibrosas.
Flores tóxicas para el consumo humano
Claro está que no todas las flores son comestibles, varias de ellas pueden ser tóxicas para los humanos. Las flores tóxicas contienen elevados contenidos de alcaloides, generados por las plantas como protección frente a depredadores.
El grado de toxicidad puede variar según las especies y el grado de sensibilidad de las personas. Algunos ejemplos de flores no comestibles son: azalea (Rhododendron sp.), narcisos (Narcissus sp.), dedaleras (Digitalis sp.), beladona (Atropa belladonna), entre otras.